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El sector privado busca unir fuerzas ante la emergencia


Con los recursos de hospitales privados incorporados al manejo de la crisis por la pandemia, la disponibilidad de camas para el pico de demanda esperada en la fase 3 se eleva a unas 8,150 camas para atender a los pacientes graves.

Si consideramos que el gobierno tiene unas 4,300 camas y está haciendo esfuerzos por extender su propia capacidad a 5,000 camas, agregando las 3,150 que aportaría el sector privado, sumarán un total cercano a los 8,150 camas.

Es un buen respaldo de la Asociación Nacional de Hospitales Privados (ANHP, que integra a las grandes cadenas) y el Consorcio Mexicano de Hospitales (CMH, que integra a hospitales medianos y representativos de las principales ciudades del país). Aportarán la mitad de sus camas de hospital disponibles que no es decir poco; sabemosn ademásn que la Secretaría de Salud les definió una tarifa que no alcanza para cubrir costos, pero la aceptaron en una actitud solidaria con el gobierno buscando apoyar con lo más posible ante la crisis epidémica.

Es una gran aportación de cobertura para el momento máximo de contingencia y no queremos vernos negativos, pero aun así podrían ser insuficientes si considerando estimaciones conservadoras se juntan 10,000 pacientes graves que requerirán respirador artificial en algún momento del pico de contagios previstos para las siguientes semanas.

En la conferencia mañanera de este lunes participarán tanto el presidente de la ANHP, Mario González Ulloa, como Javier Potes, presidente del CMH, y ya precisarán cuántas de las que pueden poner a disposición del Covid19 los hospitales privados son camas con respirador o no.

La semana pasada, el secretario general del Consejo de Salubridad General, el doctor José Santos Preciado, expuso la capacidad del sector privado en varios aspectos, y es de esperarse que la colaboración se vaya desdoblando más allá de camas de hospital.

Este esfuerzo de las compañías del sector salud ha ido acompañado de la comisión de Salud del Consejo Coordinador Empresarial (CCE), que encabeza Patrick Devlyn, y de la Fundación Mexicana de la Salud (Funsalud), que preside Héctor Valle, y bajo el cual se ha ido trabajando para desarrollar proyectos y definiendo prioridades específicas dentro de cada uno de los eslabones que componen la atención de la salud.

Se visualiza que ello pueda derivar en una amplia alianza con la participación de farmacias y consultorios adyacentes a farmacias, (CAF representadas por Anadim), laboratorios de análisis clínicos (representados en ComEd), la propia industria farmacéutica con Canifarma, los dispositivos médicos reunidos en AMID (que integran lo último en tecnología médica de vanguardia), que preside Fernando Oliveros, y la industria aseguradora integrada en AMIS.

Cada uno de dichas ramas han tenido reuniones con el CSG para ofrecer su apoyo y definir en qué pueden colaborar concretamente, y sí ha habido solicitudes específicas y se han detectado situaciones a resolver que se convierten en áreas de oportunidad. La idea, nos comparte Devlyn, es desarrollar proyectos prioritarios en forma conjunta ante la emergencia.

En medio de toda la emergencia y angustia por lo que puede venir en las siguientes semanas es una buena noticia que hoy se estén uniendo del lado privado todos los eslabones de la gran cadena de atención sanitaria que conforma el sector privado de salud y que en una sola voz unificada puedan aportar su experiencia, conocimiento, capacidades y recursos para apoyar en este momento de excepción por la pandemia del coronavirus.

Y es relevante todo esto porque no puede negarse que el sector privado mexicano padece de la misma desfragmentación que el sector público, y es una oportunidad para integrarse mejor, para responder de manera verdaderamente ágil y efectiva a las necesidades médicas urgentes que hoy nos acechan.

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