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Parteaguas / ¿Cuál ha sido el huracán más caro?


“Está lloviendo mucho”, avisó ayer en la mañana el presidente de México, quien notó el impacto fatal del agua en Tula y el duro golpe a Ecatepec. 

Sí llueve mucho y muy frecuentemente en algunas esquinas nacionales.Hace unos días, quienes pagan los “siniestros” por lluvias revelaron un atípico ranking. 

Entre otras cosas, éste detalló que el huracán que ha salido más caro a los mexicanos no es el histórico gigante Gilberto, sino Wilma, de 2005.

Pero aunque aquí encontrarán detalles, lo que revela esa información es que quien lleva las cuentas de la compañía, de cualquier empresa, está en un predicamento: ahorrarse el mal sabor de boca de convencer a todos de los riesgos que vienen como consecuencia de las lluvias, o aguantar el proceso y convertirse en un aguafiestas que quizás termine salvando al equipo. Después de todo, el cambio climático viene contra todos.

Datos de las empresas de la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS) detallaron que los huracanes dieron un respiro temporal a México.

No es que no ocurran, al contrario. Hay cada vez más. El año pasado los humanos recurrieron incluso al alfabeto griego para terminar de enlistar las tormentas que azotaron el Pacífico, el Caribe y… las cuentas bancarias de las empresas.

Fueron 4 mil 300 millones de pesos los que reembolsaron o pagaron las aseguradoras (unos 215 millones de dólares) a sus clientes, 80 por ciento más dinero que en 2019, cuando debieron responder con pagos por 2 mil 377 millones de pesos. Cifras “pequeñas” comparadas con varias de la década pasada.

No revelan a quiénes les pagaron siniestros, pero puedo contarles de un par de posibles candidatas: Thor Urbana y Gicsa.

Esas dos empresas inmobiliarias inauguraron grandes centros comerciales en Mérida justo en 2019 y 2020, cuando las tormentas provocaron que subiera el manto freático al punto de inutilizar durante meses, muchos meses, un paso a desnivel en la ciudad y claro, los estacionamientos subterráneos de esas plazas que no pudieron recibir el número de clientes que esperaban. Muchos de sus locales permanecen desocupados.

Aún y cuando se trata de millones lo pagado por los miembros de la AMIS los dos años pasados, esas cifras resultan incomparables con lo que significó Wilma y con lo que inevitablemente, volverá a ocurrir.

Ese huracán que le pegó a Cancún implicó el pago de 2 mil 402 millones de dólares por daños. El segundo más dañino fue Odile, que en septiembre de 2014 devastó las costas de Baja California Sur, con un costo de mil 292 millones de dólares.

El memorable Gilberto de 1988, que acabó con las casas de las costas yucatecas y llenó por completo el Río Santa Catarina de Monterrey, requirió indemnizaciones por mil 166 millones de dólares.

Isidore, en 2002, implicó el pago de 425 millones de dólares, de acuerdo con cifras de la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS).

Fibra Uno o FUNO, una compañía dedicada a la administración de capital para invertirlo en inmuebles como la Torre Mayor y decenas de parques industriales, ya elaboró una cuantificación de sus riesgos por cambios en el medio ambiente.

Pero en contraste, mucha gente suele dudar todavía del calentamiento global que ya rebasó un grado centígrado en promedio respecto a la era preindustrial y provocó un cambio climático mundial, consignado por científicos en un documento:

“Cambio Climático 2021, las Bases Científicas Físicas”, difundido por la ONU, es un texto de miles de páginas, del que pueden encontrar resúmenes con la ayuda de Google.

Ese cambio es consecuencia de nuestras costumbres: la electricidad que usamos en México viene mayoritariamente de la quema de algo. Comúnmente, gas natural, derivados de petróleo o carbón, el mismo coctel de combustibles que requerimos para movernos.

Está lloviendo mucho, dijo el presidente Andrés Manuel López Obrador. Va a llover más y alguien tiene que pagar.

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