Reflexión ( es) / Nuestra mayor riqueza
"El hombre conquista el mundo al conquistarse a sí mismo." Zenón de Gtio Invertimos tiempo y esfuerzo en diversas tareas que se traducen en metas y obtención de objetivos.
Gran parte de esa inversión está dedicada a la acumulación de recompensas materiales y su utilización.
Algunos fincan su seguridad en su cuenta de banco, en su seguro de vida o en la propiedad de una casa donde dormir.
Todas esas riquezas son valiosas y válidas, legítimas e incluso necesarias.
Sin embargo, el gran Ryan Holiday manifiesta que nuestra mayor riqueza y el más valioso activo que debe de recibir el mejor tratamiento, el más delicado cuidado y nuestras principales inversiones, es un imperio que se encuentra entre nuestras orejas: nuestro cerebro.
Son los estoicos los que nos recuerdan que esa es justamente nuestra mayor riqueza, un órgano extraordinario en el que alberga nuestra mente.
¿Le estamos dando su justa dimensión y valor? ¿Lo cuidamos y cultivamos buscando su máximo rendimiento? Cuidar nuestro cerebro elevará la esperanza y calidad de nuestra existencia.
Cultivarlo permitirá cosechar frutos que se traducen en ideas y conocimientos, mismos que serán de enorme utilidad para enfrentar las situaciones que la vida nos presenta.
La capacidad de resiliencia que nos permite salir adelante y la eficacia al resolver los desafíos, están directamente relacionadas con la fortaleza de nuestra mente producto de cuidarla y cultivarla.
Para cultivar nuestra mente es necesario abrevar conocimiento de distintas fuentes a través de los sentidos.
La curiosidad y el cuestionamiento permanentes detonan procesos de investigación y reflexión que multiplican nuestras oportunidades y elevan nuestras posibilidades de éxito. Como siempre, si queremos que las cosas sucedan, será importante darles prioridad, incluyéndolas en nuestra agenda, destinando un espacio de tiempo para ellas.
Lo que no se agenda, no sucede.
Si esperamos a tener tiempo suficiente, no realizaremos aquella acción que deseamos.
Además de ello, es fundamental ejercitar el autocontrol. Reconocer aquello que depende de nosotros y aquello que no depende de nosotros, permite destinar nuestros recursos a las tareas realmente relevantes.
Desear lo mejor y prepararnos para lo peor, es la frase que mejor describe la manera en que debemos enfrentar la vida; utilizarla como una regla presente en todo momento, nos evita sorpresas, encamina nuestras acciones y se traduce en hábitos positivos, constituidos por ideas y acciones.
El autocontrol parte de reconocer lo que sentimos e identificar que somos dueños de nuestras reacciones.
Sí soy consciente de lo que pienso y siento, puedo abrir un espacio para reflexionar, pensar, decidir y emitir una respuesta; proceso que sin duda elevará considerablemente la calidad de la misma y por ende sus consecuencias.
La aceptación y el agradecimiento son dos procesos que nos permiten fortalecer nuestra mente.
Las adversidades, los retos, los desafíos son parte de la vida y es imposible librarnos por completo de ellos.
Debemos aceptar su existencia e identificarlos como lo que son, procesos para ser mejores, procesos para crecer.
El agradecimiento nos permite abrazarnos al presente, valorar lo que tenemos y partir de ello para construir el futuro.
Por último, la mejor manera de cuidar y cultivar nuestra mayor riqueza está en decidir inteligentemente los mensajes a los que estamos expuestos, las tareas en las que invertimos nuestro tiempo y las ideas sobre las que reflexionamos.
Seamos conscientes del gran valor de nuestro cerebro y con base en ello, iniciemos un proceso de mejora continua.
Nuestra mayor riqueza y el más valioso activo que debe de recibir el mejor tratamiento, es un imperio que se encuentra entre nuestras orejas: nuestro cerebro