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¿Y quién controla los precios de la medicina privada?


Nuestra capacidad de asombro es menor cuanto más expuestos estamos a las malas noticias. Pero recientemente un dato excedió mi umbral de sorpresa y preocupación: el índice de inflación médica privada, es decir, el incremento en el costo de hospitales, medicamentos, tratamientos y consultas. 

Este año ese indicador cerrará con un alza de 17% y para el próximo, el pronóstico es de 16%. El primer dato proviene de Gabriela Ruiz, subdirectora de Beneficios en Mercer Marsh Beneficios México y el segundo lo mencionó Daniel Bandle, CEO de AXA México.

Los números en resumen reflejan mayores precios de los servicios de salud privada, lo cual impacta directamente a nuestros bolsillos, y más en un contexto de desempleo y más contagios. Para entender mejor el tamaño del problema hay que decir que el nivel de la inflación médica supera en más de cinco veces al nivel de la inflación general, que en noviembre fue de 3.3%, a tasa anual. 

Gabriela Ruiz me explicó que una parte del incremento en los costos de la medicina privada la explica un aumento en el tipo de cambio respecto de 2019, pues muchos insumos médicos se cotizan en dólares. Pero también tiene que ver con la emergencia sanitaria. 

Y sí, el alza de la inflación médica de este año contrasta con la de 2018 y 2019, de 13 y 14% respectivamente, cuando el nuevo coronavirus aún no se conocía. Y cómo no iba a impactar si el costo medio de la atención hospitalaria por COVID-19 es de 390,000 pesos. Y no solo eso, más de 60% de los casos hospitalizados con seguro de gastos médicos mayores superan ese nivel, pues tuvieron que ser llevados a terapia intensiva en donde el costo promedio es de 920,000 pesos. 

¿Quién pierde con la inflación médica? 

Un incremento tan agresivo en el precio de los servicios médicos es preocupante por sí mismo en un país como México, en donde la población se ve obligada a recurrir a la medicina privada ante la insuficiencia y mala calidad de los servicios públicos, además de que 17 de cada 100 mexicanos no están afiliados a ninguna institución pública de salud. Eso explica por qué el gasto de bolsillo en ese tema, en México, es uno de los más altos del mundo. 

Honestamente hay razones de sobra para optar por la medicina privada, pero por lo pronto basta con saber que la letalidad por Covid en un hospital público es de 10% contra el 5% en uno privado, según AMIS. ¿Por cuál optaría usted? 

Otra repercusión importante de inflación médica es en los seguros de gastos médicos mayores que poseen 11 millones de mexicanos. Según Daniel Blande, director de AXA, es inevitable una afectación. “Los aumentos tan importantes en los servicios de salud los tenemos que pasar a nuestros asegurados mediante un aumento en las primas”, me comentó en una entrevista. El próximo año podrían prevé que suban a doble dígito. 

Las aseguradoras al final pagan la hospitalización y los tratamientos de sus clientes ante cualquier accidente o enfermedad, y mayores precios de los servicios les implica mayores costos y menos utilidad, porque si bien pueden subir sus primas, no lo pueden hacer en la misma proporción. 

Para Blande es indispensable controlar la inflación médica y para ello sugiere que haya algún órgano que regule al sistema privado de salud, que haya “una Profeco de la salud”, dice. Además, que éste sea más transparente en las tarifas que maneja, abrir al público cuánto valen sus tratamientos y cómo evolucionan los precios. Sugiere también que los padecimientos más comunes tengan un precio máximo. 

Cualquiera que sea la forma de controlar la inflación médica en estos momentos debería de ser una prioridad. Y mientras eso sucede no estaría mal que hospitales y aseguradoras castiguen más sus márgenes de utilidad en bien de la población, o que el gobierno permita una deducción adicional para el gasto de bolsillo en medicina privada, pues al final complementa los servicios públicos de salud.

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