Queda un día para despedir el 2021. Resolver el desajuste financiero e iniciar el 2022 con el pie derecho, deseo que tenemos muchos mexicanos, pero que no se logra ‘mágicamente’.

El propósito es tan ambicioso que lo desechamos a la primera que podemos. De hecho, solo 8 por ciento de quienes se plantean propósitos de fin de año logran cumplirlos, según un estudio de la Universidad de Scranton, Pensilvania.

El tema del dinero no es para la lista de deseos, sino un compromiso constante con nosotros mismos que debemos dividir en varios objetivos sencillos y, sobre todo, alcanzables

Para plantear metas que no nos desanimen, hay que saber en dónde estamos parados y tener claridad de qué queremos.

¿Dónde estamos parados? Comparto un primer vistazo de México: la mitad de los mexicanos, 40.7 por ciento de la población, no pueden adquirir la canasta básica, según México, ¿cómo vamos? Aún así, nueve de cada 10 hogares en México tienen un activo, según la ENFIH, ya sea una vivienda, un negocio, un vehículo, una cuenta de ahorro para el retiro, o un seguro de vida. No obstante, es relevante que también estamos endeudados: seis de cada 10 hogares tienen un pasivo. El valor total de esta deuda es de 1.6 billones de pesos, la mitad va a bienes inmuebles; después, la tarjeta de crédito es la deuda más recurrente.

Este vistazo amplio es necesario rehacerlo como un recorrido personal: ¿qué activos tenemos?, ¿cuáles están pagados?, ¿cuáles seguimos pagando?, ¿de qué tipo y tamaño es la deuda?, ¿qué porcentaje de los ingresos al mes se destinan a pagarla?

Las respuestas permiten un primer balance para asumir que la deuda no siempre es sinónimo de desorden por ejemplo, una hipoteca genera patrimonio, y para echar ojo a la deuda que no sabemos qué produce. ¿Pagaremos la cena del 31 de diciembre a plazos?, ¿tenemos a 18 meses los regalos que ya dimos?, ¿pedimos al pariente que nos preste en lo que llega la quincena? El panorama cada vez será más personal, más detallado, para entender el comportamiento que tenemos frente al dinero.

Lo que permite atacar y transformar nuestras finanzas personales es un cambio en el proceso de este comportamiento, no la magia implícita en un deseo.

Así, el ambicioso propósito de lograr eficiencia con el dinero, que implica que sea imposible mejorar nuestro contexto con los recursos que tenemos, es más sencillo si entendemos que esto es:

1. Poder pagar lo que se debe.

2. Que los gastos sean menores a los ingresos.

3. Tener ahorros invertidos para cumplir nuestros sueños.

Estas tres metas se pueden dividir en otras más pequeñas, simples y detalladas que podamos ‘palomear’ a lo largo de 2022. La clave está, querido lector, en no dejarlo en manos de la magia, porque no hay magia en las finanzas personales, solo esfuerzo.