Según un estudio de Bain & Company, al panorama de riesgos habitual al que se enfrentan las aseguradoras se suman la ciberdelincuencia y los activos digitales; además que otros, como el cambio climático y las enfermedades infecciosas, se recrudecerán en los próximos años. Todos estos cambios en materia de riesgos obligan al sector a mejorar y asumir su papel en una sociedad muy desprotegida y con una escasa cultura del seguro. Ahora gracias a la tecnología, las aseguradoras tienen la oportunidad de redirigir sus objetivos pensando en los próximos 10 años.

De acuerdo a los datos del estudio, en los próximos 30 años las pérdidas económicas provocadas por el cambio climático se multiplicarán exponencialmente. De hecho, ya hemos sido testigos del incremento de las catástrofes naturales y sus devastadoras consecuencias económicas. Prueba de ello es Estados Unidos, que el año anterior desafortunadamente fue víctima de un número récord de incendios forestales y tormentas, que trajeron consigo pérdidas que aún no han sido cubiertas en su totalidad por los seguros.

Reducir y mitigar los riesgos es posible gracias a la tecnología, porque las aseguradoras pueden disponer de las herramientas tecnológicas a su alcance como la Inteligencia Artificial, el Internet de las Cosas o la automatización para tener una relación mucho más estrecha con el cliente, lo cual les permitirá identificar, prevenir y disminuir los riesgos. Incluso la tecnología ofrece la gran ventaja de reducir costos operativos, incrementar la eficiencia y reducir los pagos de los siniestros.

Antes el seguro tenía una cadena de valor bien definida y tradicional, pero actualmente esta ha cambiado porque las necesidades y los mecanismos de protección han cambiado enormemente. Ante un panorama así, los seguros integrados y mejorar el servicio deben ser parte esencial de la reconfiguración del sector.