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Envejecer en México sin acceso a cuidados


L a jornada de Alejandra Durán es de 10 horas diarias.
Cuida a Juana, una señora de 78 años que sufrió un derrame cerebral. Alejandra la baña, la acompaña a sus consultas médicas, le ayuda con las terapias de rehabilitación y los medicamentos. También cocina y la alimenta; le lava la ropa y limpia la casa.
No es una enfermera especializada, pero la cuida en agradecimiento. Hace 15 años, cuando llegó a vivir a Coatepec, Veracruz, Juana le tendió la mano. "La estimo mucho, por eso me ofrecí a ayudarla", cuenta.
En los meses posteriores al derrame, la cuidaba día y noche sin cobrar un peso, pero la familia de Juana le exigía limpiar, ir al mercado y cocinar para los cuatro integrantes del hogar. Ante el cansancio, pidió "una pausa" y regresó unos meses después a cambio de 300 pesos diarios. A sus 45 años, Alejandra trabaja al menos 60 horas a la semana, 12 más que las 48 que establece la Ley Federal del Trabajo, y eso, sin contar la labor doméstica que realiza en su propia casa.
En México, 31.7 millones de personas realizan trabajo de cuidados en su hogar o en uno ajeno; la mayoría (75%) son mujeres de 15 años y más, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
Ellas cuidan a niños, adolescentes, personas enfermas, con discapacidad o adultas mayores que necesitan asistencia y casi nunca reciben un pago por su trabajo o no son salarios equivalentes a la labor que realizan.
Las mujeres brindan los cuidados por sí mismas por dos razones principales: no tienen acceso a centros de asistencia (como guarderías, estancias infantiles, asilos, centros de día o de atención a la discapacidad) o piensan que es una tarea que les corresponde hacer a ellas.
En el país es insuficiente la infraestructura para cuidados. Anivel nacional, sólo hay 95,662 establecimientos de apoyo para los más de 58.3 millones de personas que los necesitan, de acuerdo con el Mapa de Cuidados de México, elaborado por El Colegio de México (Colmex), el Instituto Nacional de las Mujeres y ONU Mujeres. De este universo, el 92.8% son centros para infancias -sobre todo, escuelas-, y para 17 millones de adultos mayores que requieren asistencia, sólo hay 2,281 centros.
Una oferta muy pobre para la demanda que se estima aumentará con el envejecimiento poblacional.
EL RETO FUTURO El bono demográfico se acaba. Según el Consejo Nacional de Población (Conapo), México envejece a un ritmo acelerado. En 2015, sólo uno de cada 10 mexicanos tenía 60 años o mas. En2050, las proyecciones apuntan a que esta cifra se duplicará y dos de cada 10 mexicanos serán adultos mayores. Tan solo para 2030, se estima que el 20% de la población de Ciudad de México tendrá más de 60 años y en el resto de entidades será de entre el 10 y el 16%.
El envejecimiento poblacional trae consigo retos mayores. Más personas tendrán enfermedades crónicas, deterioro cognitivo o físico y necesitarán más cuidados. Sin embargo, ahora mismo son los ancianos los que menos tienen acceso a cuidados. De 17 millones que requieren asistencia, el 77.6% no cuenta con apoyo.
"Vamos a tener una necesidad mucho más grande de cuidados y estamos muy mal preparados para ese tipo de servicios", advierte Landy Sánchez, investigadora del Colmex y creadora del Mapa de Cuidados.
Con tan pocos centros para atender a mayores, casi todos privados u operados por asociaciones civiles, es difícil que las familias cedan este trabajo. Además, muchos establecimientos se ubican sólo en las grandes ciudades. En Veracruz, hay actualmente un centro de apoyo para personas mayores por cada 13,279 ancianos y en Ciudad de México existe uno por cada 4,463.
Vivir más años no es el problema, sino cómo se experimenta la vejez. En 2022, poco más de 2.5 millones de adultos mayores vivían solos, aunque el 10% necesitaba ayuda para su arreglo personal; el 24%, para alimentación. y el 48%, para ir al médico y tomar sus medicinas. Pero lo que estos ancianos declararon que necesitaban más es la compañía (51%), según arrojó la Encuesta Nacional para el Sistema de Cuidados (ENASIC) del INEGI. Esto indica que sin una red amplia de servicios de apoyo será difícil tener un envejecimiento con bienestar y sin desigualdades.
"Aquellos que no pueden pagar esos servicios tendrán vejeces precarias y eso es lo que se trata de evitar con el Sistema Nacional de Cuidados, que todos tengamos un mínimo de atención para una vejez mejor", explica Sánchez.
UN SISTEMA NACIONAL DE CUIDADOS Desde 2020 hay una iniciativa de ley pendiente en el Senado de la República para la creación de un Sistema Nacional de Cuidados. La propuesta contempla un sistema que apoye a quienes cuidan y a quienes necesitan asistencia, con una serie de políticas públicas, que van desde aumentar la oferta de establecimientos de cuidado, apoyar económicamente a aquellas que hacen esta labor hasta reconocer en la Constitución el derecho a ser cuidado y al tiempo propio, detalla Patricia Mercado, senadora por Movimiento Ciudadano y una de las principales impulsoras.
"No hubo voluntad política y no la habrá hasta, quizá, la próxima administración", lamenta la legisladora.
Contar con un Sistema Nacional de Cuidados garantiza el derecho al cuidado digno y hace corresponsables al Estado y al sector privado. El primero, con una inversión pública mayor en servicios de salud, escuelas de tiempo completo, estancias infantiles, centros de asistencia y una política de empleo que incentive a las empresas a otorgar flexibilidad de horarios, permisos más amplios de paternidad, maternidad y para el cuidado de personas enfermas.
Aunque este sistema requiere presupuesto y planeación, la vicepresidenta del Senado, Verónica Delgadillo, considera que ya hay bases para concretarlo, por ejemplo, con los apoyos sociales. "Hoy se les da de manera directa a las personas para las estancias infantiles y las guarderías, pero no están teniendo los resultados que sí tenían cuando eran una política del gobierno. Entonces, se trata de reordenar las herramientas que se tienen", explica Delgadillo, quien señala que otro objetivo es redistribuir los cuidados que, hasta ahora, sólo recaen en las mujeres, con altos costos en su desarrollo económico y en su bienestar.
CANSANCIO EMOCIONAL Y FÍSICO Hace dos años, Raquel Ramos dejó su trabajo como profesora independiente de idiomas para cuidar a su mamá, de 100 años. Aunque la señora no está enferma, por la edad, necesita ayuda para algunas actividades cotidianas y, sobre todo, para ser su compañía.
Para cuidar a su mamá tuvo que mudarse: de lunes a viernes vive con su madre y el sábado regresa a su hogar para convivir con su esposo y sus dos hijos. También aprovecha para dar algunas clases particulares de idiomas y el domingo por la noche regresa al trabajo de cuidados."No podemos dejarla sola", señala Ramos, de 61 años.
Acordó con su familia redistribuir la responsabilidad del cuidado: las hijas cuidan y los hijos aportan el dinero y todo lo necesario para la asistencia de la madre. Aunque reafirma que el mejor cuidado que puede recibir su mamá es el de sus hijos, también reconoce que extraña su trabajo, su casa, su familia y su tiempo. "La verdad, ya estoy cansada emocional y físicamente", acepta Raquel, quien en diciembre será relevada en la tarea por otra de sus hermanas.
MUJERES CUIDADORAS Como la familia de Ramos, el 93.6% de la población considera que cuidar a las personas de su hogar es responsabilidad de la familia y el 8.5% sostiene que sólo es tarea de las mujeres. Esta percepción es otro obstáculo en la redistribución del trabajo de cuidados, que incluye, de manera directa, toda la asistencia que se da a otra persona, e indirecta, todo lo relacionado con el hogar: limpiar, cocinar, hacer compras. Pero esta labor, que parece simple y ha sido minimizada, es la que sostiene el bienestar de todos y permite que otros estudien o trabajen, explica Ana Heatley, experta en género y excoordinadora de datos de Oxfam México.
Durante años, las mujeres han hecho estas actividades y eso las ha impactado negativamente. Desde los 12 años, ellas ya dedican siete horas semanales a labores de cuidado, mientras que los niños gastan 4.6, indica la experta.
Algunas jóvenes no siguen estudiando o no consiguen un trabajo formal porque están cuidando. Si trabajan, a veces no logran ascender porque la mayoría de los empleos son inflexibles. Heatley detalla que, de esta manera, las mujeres ven afectado su desarrollo profesional, educativo y, con ello, su futuro. Al no ser económicamente activas o no tener empleos formales, perciben salarios precarios y cotizan menos a la seguridad social. "Lo que va a suceder es que cuando lleguen a la edad de jubilación van a tener menor pensión", sostiene.
En América Latina, México es el segundo país con la menor tasa de participación laboral de las mujeres, sólo por debajo de Guatemala, de acuerdo con la CEPAL.
Para Rocío Espinosa, investigadora del Centro de Estudios Espinosa Yglesias, los cuidados también tienen impacto en la movilidad social. "Si las mujeres con hijos tienen una guardería cerca, sus posibilidades de mejorar su vida son mayores que las de aquellas que no lo tienen", explica.
La pandemia de covid-19, coinciden las expertas, visibilizó la importancia de estas tareas y, por ello, confían en que el país dé pasos mayores hacia la construcción de un Sistema Nacional de Cuidados a partir del siguiente sexenio, en el que todo parece indicar que, por primera vez, México tendrá una presidenta de la República."El hecho de que tengamos dos candidatas muy fuertes, aspirantes a la presidencia de la República, pues sí tendría una posibilidad de un peso importante en su aprobación", señala Espinosa.
II CONSOLIDAR UN SISTEMA NACIONAL DE CUIDADOS NOS VA A PERMITIR CONSTRUIR UN MÉXICO MÁS JUSTO Y MÁS IGUALITARIO.
Verónica Delgadillo, vicepresidenta del Senado de la República.
11 EL reto. Se estima que, en el año 2050, haya alrededor de 33.3 millones de personas de más de 60 años en México, mismas que necesitarán cuidados.

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