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Erradicar la brecha financiera de género


La brecha financiera de género es la diferencia injusta que hace que las mujeres no gocen de beneficios y remuneraciones equitativos a los que tienen los varones por su trabajo.

La independencia financiera de las mujeres es clave para su empoderamiento y para erradicar la violencia económica y patrimonial de género. Es su derecho tener un entorno libre de incertidumbre sobre su posibilidad de ver por sí mismas, tanto en lo material como en relación a su bienestar físico y mental.

A pesar de que en México hay 22.8 millones de mujeres de 15 años o más que forman parte de la población económicamente activa, la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera 2021, recientemente presentada por el INEGI, revela brechas sustantivas evidencia de desigualdad y falta de equidad.

En el país, solo el 24.1% posee una cuenta de nómina o pensión, en comparación con el 41.3% de los hombres. Una situación que además se acentuó entre 2018 y el año pasado y revela la poca participación de las mujeres en los sistemas de contratación formal, lo que no significa que hayan dejado de ejercer una actividad económica o labores domésticas no remuneradas.

Otra desventaja de género relacionada con la brecha financiera es que solo 16.4% de cuenta con un seguro de vida, de gastos médicos, de auto, contra accidente u otros, mientras que el 26.1% de los hombres tiene uno. Esto deja a más del 80% de las mujeres fuera de cualquier posibilidad económica de atender sus necesidades de salud y, por tanto, las expone a problemas no tratados que se pueden agravar.

La brecha financiera de género es la diferencia injusta que hace que las mujeres no gocen de beneficios y remuneraciones equitativos a los que tienen los varones por su trabajo, lo que incrementa su vulnerabilidad a otros tipos de violencia, como la patrimonial y económica, consideradas en la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, junto con las psicológica, física y sexual.

Desde el Consejo Ciudadano, y en conjunto con asociaciones como Gendes, trabajamos por deconstruir ese modelo de pensamiento que las coloca en desventaja e incrementa los riesgos de que sean violentadas, por ejemplo, en el espacio familiar a través de limitaciones económicas impuestas por el agresor, un tipo de agresión invisibilizada al no dejar rastros evidentes como las agresiones físicas.

La violencia económica, de acuerdo con otro estudio del INEGI, se ejerce principalmente en contra de mujeres de 35 a 44 años, en un 47.3% si son separadas, divorciadas o viudas y en 28.1% en casadas.

De ahí la importancia de ubicar el entorno de estereotipos y prejuicios en donde se genera, así como sus implicaciones en contra de una vida independiente y autosuficiente, para poder establecer formas de erradicarla y transitar a la igualdad y equidad en todos los sentidos.

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