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¿Hacia dónde van los seguros de pérdidas consecuenciales?


A través de una póliza de daños, los clientes transfieren a las aseguradoras muchísimos riesgos, como las afectaciones materiales que sufran los bienes cubiertos y estén previstas por el contrato y como las pérdidas consecuenciales que el asegurado enfrente por causa indirecta de un siniestro. Si un asegurador aceptara competir con un producto que cubriera cualquier pérdida consecuencial sin acotar los tipos y posibilidades de esta, el usuario se vería tentado a adquirirlo. Sin embargo, un seguro así sería difícil de clasificar y cotizar.

Las múltiples pérdidas consecuenciales posibles pueden ser interdependientes, contingentes, por obligaciones fijas que continúan, por pérdida de utilidades o derivadas de la falta de aprovechamiento fiscal de amortizaciones pendientes. Tantas variantes cubiertas por un solo producto expondrían a un riesgo tan extremo al asegurador que este tendría que protegerse con primas gigantescas. Además, antes se tendría que diferenciar las pérdidas consecuenciales de los gastos extraordinarios, para determinar los valores asegurables y aquellos peligros que se deben evaluar de acuerdo con el tamaño de las operaciones del asegurado y con la experiencia tanto económica como financiera del pasado.

Al aglutinar las pérdidas consecuenciales e incluir la remoción de escombros dentro de una sola suma asegurada global, se presentarían diversas inconsistencias, como la prelación que se daría a las coberturas afectadas. La lógica indica que estos productos tendrían sublímites bajos para topar la exposición al riesgo y que la aseguradora limitaría sobre todo aquellos riesgos que representan un costo mayor, como los gastos de remediación de suelos y de confinamiento de materiales peligrosos.

Para que los seguros de daños se vuelvan productos simples de suscribir, la prima no inhiba la venta y la relación contractual sea equilibrada, debe analizarse a detalle muchas posibilidades, como qué sucedería con los gastos de extinción. En la mayoría de las pólizas de daños, mediante cláusulas especiales, se concede la posibilidad de contratar una suma asegurada, casi siempre independiente, para amparar los gastos que se realicen por concepto de extinción de incendio y que correspondan a los bomberos y sean requeridos por ellos. Así que se tendría que definir antes si estos costos caen dentro del ámbito de los gastos extraordinarios o de las pérdidas consecuenciales.

Por otro lado, mientras que en México no se acostumbran los cargos por asistencia de bomberos, en otros países la simple salida de un organismo de asistencia civil genera costos para el usuario. Si tuviéramos que enfrentar este tipo de cargos, ¿qué pasaría? En nuestra nación la cobertura se limita al incendio, aunque es posible la actualización de cualquier otro riesgo asegurado. La consecuencia debería estar directamente ligada al riesgo básico y no solo al de incendio, como presuponen los textos predominantes en México, y debería extenderse para amparar cualquier gasto relacionado con la actualización de los peligros asegurados, como los costos por concepto de combustión espontánea; sin embargo, en la actualidad ni siquiera contempla otros eventos básicos, como rayos o explosiones, y mucho menos caída de árboles. En todos estos casos, los gastos de bomberos quedarían excluidos, por lo que el pago estaría sujeto a la interpretación de quien redactó el contrato.

Podríamos seguir sumando controversias relacionadas con los gastos de extinción si consideramos que estrictamente hablando no son los bomberos quienes cobrarían, sino su patronato o el ayuntamiento del que dependan.

Para finalizar este ejercicio, pensemos en la posibilidad de que, al concentrar riesgos, las sumas aseguradas se limiten a amparar pérdidas consecuenciales genéricas que incluyan demolición y remoción de escombros. En tales casos, los textos deberían sumar a los gastos reclamables aquellos correspondientes a cualquier organismo de auxilio o colaboración que intervenga, como Protección Civil o Cruz Roja.

Los consumidores buscamos procesos simples y sencillos al adquirir y utilizar productos o servicios. Como esta preferencia también se observa en el sector asegurador, las aplicaciones y las insurtech están ganando terreno. Sin embargo, dado que transformar los seguros consecuenciales en productos que cubran cualquier posibilidad representa una extensa variedad de problemas, podemos suponer que tanto los seguros tradicionales como los agentes tienen vida para rato.

 

 

 

 

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